La piel de gallina por esa canción que te recuerda:   el sabor de la pasta de dientes por la mañana;   el salto hacia el agua del mar   y cuando te pica la piel por la sal.     Lamer los restos de mantequilla que quedaron en tus dedos   de aquellas palomitas;   las cosquillas,   las caricias y   los hoyuelos.     Sentir tu piel tan suave como una nube;   que te cojan de la mano,   o un abrazo por la espalda   o un beso en la frente   o un te quiero susurrado.     Sentir que vuelves a la realidad cuando el avión aterriza y   acabas el libro, o lo empiezas…   El retumbar de las gotas de lluvia en el cristal,   la nube de aliento caliente en contraste con el frío.     Sentir la libertad   al ir contra el viento;   la satisfacción al acabar de hacer ejercicio y   sentir las gotas de sudor corriendo por tu cuello.     Llegar a casa y que al mismo tiempo…      sí, ya se ha acabado la canción.        - Beatriz.