Una historia.
Tras mucho pensar decidí hacerlo.
Decidí desprenderme de esa persona que tanto amaba pero
tanto daño me hacía…
Sí, era mi marido, pero tras tantos años juntos la aventura
descubrida… no solo durante nuestro matrimonio, sino durante nuestro noviazgo.
Si tanto me amaba, ¿cómo pudo hacerme eso? No la culpo a
ella por querer destruir mi matrimonio, mi familia… ella le dijo que le amaba,
pero él nunca se lo dijo, es de las pocas partes en las que confío en él.
Todavía recuerdo el día en que me di cuenta, la típica mancha
de carmín, al principio no dije nada, al fin y al cabo en el mundo de los negocios
pasan muchas mujeres y muchas presentaciones en las que no queda otra que dar
dos besos; el problema fue cuando cada miércoles de cada semana me decía que
llegaría más tarde y la camisa siempre llegaba con la misma barra de labios
marcada.
-Parecía que marcaba el territorio.-
-Parecía que marcaba el territorio.-
Un miércoles en el momento en el que vino con esa cara de
idiota a decirme ‘llegaré más tarde cariño, ya sabes, día de reuniones’ y después
venía hacia mí y me daba un beso en la boca como si nada, esa asquerosa boca
que la tocaba a ella cada miércoles, por lo menos que yo supiera…
No le dio tiempo a terminar la frase, al verme sentada en la
encimera de la cocina con dos copas de vino, se extrañó ¿dos copas? Una para
mi, pero… ¿para quién era la otra? El estúpido dijo ‘¿para quién es la otra? ¿Vas
a invitar a alguien?’ Yo le fui totalmente sincera ‘sí, al vecino, el joven de
24 años que tantas veces se me ha insinuado’ el estúpido respondió ‘Ah, así que
has decidido dejarle las puertas abiertas y demostrarle lo que tanto te agradan
sus cumplidos’
¡Encima me echaba en cara algo que yo todavía no había hecho
ni pretendía hacer!
Mi respuesta fue tal:
‘Mira, palurdo de mierda, tendrás derecho ha decirme ligera
de cascos cuando dejes de tirarte a la zorra del carmín rojo con la cual he tenido
la decencia de dejarle bien claro que hay cámaras en tu despacho que la han
grabado, bueno perdona, os han grabado a los dos bastante ligeros de ropa y he
de decir que parece que los dos habéis visto bastantes películas porno porque
os sabéis todas las posturas del Kamasutra.
La verdad es que la copa de vino no era para el vecino, es
para mi abogado y en el momento en el que entres por esa puta puerta después de
tus ‘reuniones’ vas a firmar el divorcio, con separación de bienes, lo que
quiere decir que te vas a quedar en la puta calle y sin un duro, por que te
recuerdo que soy tu jefa, hoy vas para recoger tus cosas, cuando vuelvas tendrás
recogidas las que haya aquí, firmarás y te irás, que te mantenga el padre que
siempre dijo que eras un buen chico… que serías fiel’.
Se quedó con tal cara, JÁ, creo que le dio un infarto, pero
¿sabéis qué fue lo mejor? Que todo sucedió a pedir de boca, hizo exactamente
todo lo que le dije.
¿La mejor parte? Que ahora es camarero del restaurante al
que voy todos los fines de semana con el vecino de 24 años.
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