¿Quién sabe?

Ya no sé a quien le escribo, hace tiempo que los dedos no corren por el teclado como lo hacían antes, puede que esté perdiendo facultades... ¿Quién sabe?
Las cosas han cambiado mucho: ya no es verano, ya ni siquiera es otoño; las hojas de los árboles han caído y yo con ellas, no se donde, pero he caído.
El invierno no está siendo tan frío como otros años, pero está calando más en mi alma, ni siquiera se el porqué, supongo que es porque no hay motivos de alegría... pero tampoco los hay de tristeza.

¿Porqué cambio tanto de parecer? Me he dado cuenta de que cada vez necesito menos a las personas de mi al rededor, cada día necesito menos apoyo. Ya tan sólo me observo en el espejo y me desahogo conmigo misma, ahora las cosas carecen de sentido, hace tiempo que perdí el interés.

Me siguen saliendo esas arruguitas al rededor de los ojos cuando sonrío y pienso: "joder, qué falsa soy"; admito que hay veces que sonrío y me siento llena de vida pero hay otras... simplemente no tengo tiempo para pensar en mí misma, siempre me centro en lo que tengo que hacer: los estudios, el escribir, regalos de navidad, leer... y ya no hago nada con pasión, ya no hago nada con ganas, esas me dejaron a mitad del camino.

Extrañaba mis desahogos largos de escritura, extraño el sonido del verano, extraño el olor de mi sudor veraniego, extraño no tener preocupación alguna; extraño tantas cosas que ya no sé que extraño más, si las cosas o a mí misma.
Me desvié del camino y no sé cómo volver, se me olvidaron las migajas de pan.
La vida se me escapa por el filo de los dedos y hace tiempo que mordí las uñas así que no tiene dónde agarrarse.
Veo el sol y no me inspira nada, lo único que inspiro es el aire y no lo veo tan necesario.
Cierro los ojos para dejarme ir escuchando la banda sonora de "Amélie" y es lo único capaz de sanarme, de salvarme de mi propia existencia.

El invierno se irá y puede que con la primavera vuelva el sentido de mi existencia, puede que el interés por las personas vuelva, puede que todo me inspire, puede que vuelvan mis largos desahogos de escritura, o que al menos los desahogos cortos sean sustanciosos, puede que mis uñas vuelvan a crecer sanas, puede que mis ganas de vivir vuelvan... ¿Quién sabe?

- Beatriz.


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